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EL CAMINO DEL FRAY: UN DIARIO PICTÓRICO DE LA EXPEDICIÓN DE ESCALANTE A TRAVÉS DEL NORTE-CENTRO DE NUEVO MÉXICO, 1776

La fundación de la provincia de Nuevo México por Oñate en 1598 se llevó a cabo entre los remotos pueblos de comunidades sedentarias. El único vínculo de comunicación de los colonos era hacia el sur, a través del Camino Real. Con el establecimiento de la frontera misional en California un siglo y medio después, la corona española en Ciudad de México buscó conectar el interior montañoso con la costa del Pacífico. La responsabilidad inicial de este esfuerzo épico recayó en el gobernador de Nuevo MéxicoMendinueta, quien a principios de 1775 escribió al Fray Silvestre Vélez de Escalante, misionero franciscano en Zuni, y al Fray Francisco Garcés, misionero franciscano en San Xavier del Bac, para explorar las regiones al oeste y preparar un informe sobre una posible ruta hacia California.

Escalante se dirigió al norte para ganar el favor de los hopis, mientras que Garcés avanzó hacia el oeste y el norte, llegando al actual Valle de San Joaquín. En su regreso a ArizonaGarcés descubrió el Paso Tehachapi, visitó el abismo de los havasupáis y contempló el imponente Gran Cañón. Con la esperanza de encontrarse con Escalante, el agotado ministro visitó la tierra de los hopis, pero en Oraibe fue recibido con hostilidad y se le negó refugio. Garcés nunca logró reunirse con Escalante en Zuni; en cambio, por razones desconocidas, regresó directamente desde las altas mesas a su parroquia en el desierto. Sin embargo, los informes de ambos franciscanos sobre la actitud hostil de los hopis y los apaches del río Gila fueron suficientes para descartar la idea de una ruta sur hacia California.

El 7 de junio de 1776Escalante fue convocado desde Zuni a Santa Fe por su superior, Fray Francisco Domínguez, quien asumió la responsabilidad de abrir una ruta hacia la costa a través de un sendero conocido por los tramperos que atravesaba las montañas hacia el noroeste. Sin saberlo, se eligió la histórica fecha del 4 de julio de 1776 para la partida. Sin embargo, asuntos oficiales de la iglesia y enfermedades provocaron un retraso, y el viaje no comenzó hasta tres semanas después. Finalmente, con una proclamación de Domínguez: